Aziian´s page - Prefacio
  Home
  Contacto
  Libro de visitantes
  Descargas - Libros ~
  Crepusculo
  Luna Nueva
  => Prefacio
  => La Fiesta - Capitulo 1
  => Los Puntos - Capitulo 2
  => El Final - Capitulo 3
  => El DEspertar - Capitulo 4
  => El Engaño - Capitulo 5
  => Amigos - Capitulo 6
  => Repeticion - Capitulo 7
  => Adrelalina - Capitulo 8
  => Tres son multidud - Capitulo 9
  => El Prado- Capitulo 10
  => La Secta - Capitulo 11
  => El Intruso - Capitulo 12
  => El Asesino - Capitulo 13
  => La Familia - Capitulo 14
  => Bajo Precion - Capitulo 15
  => Paris - Capitulo 16
  => La Visita - Capitulo 17
  => El Funeral - Capitulo 18
  => La Carrera - Capitulo 19
  => Volterra - Capitulo 20
  => El Veredicto - Capitulo 21
  => La Huida - Capitulo 22
  => La Verdad - Capitulo 23
  => La Votacion - Capitulo 24
  => Epilogio : El Tratado - Capitulo 25
  => Agradecimeintos
  Eclipse
  Videos .. ?
  Edits Rcp/oc

Prefacio

Me sentía atrapada en una de esas pesadillas aterradoras en las que tienes que correr, correr hasta que te arden los pulmones, sin lograr desplazarte nunca a la velocidad necesaria. Las piernas parecían moverse cada vez más despacio mientras me esforzaba por avanzar entre la multitud indiferente, pero aun así, las manecillas del gran reloj de la torre seguían avanzando, no se detenían; inexorables e insensibles se aproximaban hacia el final, hacia el final de todo.

Pero esto no era un sueño y, a diferencia de las pesadillas, no corría para salvar mi vida; corría para salvar algo infinitamente más valioso. En ese momento, incluso mi propia vida parecía tener poco significado para mí.

Alice había predicho que existían muchas posibilidades de que las dos muriéramos allí. Tal vez el resultado habría sido bien diferente si aquel sol deslumbrante no la hubiera retenido, de modo que sólo yo era libre de cruzar aquella plaza iluminada y atestada de gente.

Y no podía correr lo bastante rápido...

... por lo que no me importaba demasiado que estuviéramos rodeados por nuestros enemigos, extraordinariamente poderosos. Supe que era demasiado tarde cuando el reloj comenzó a dar la hora y sus campanadas hicieron vibrar el enlosado que pisaban mis pies —demasiado lentos—. Entonces me alegré de que más de un vampiro ávido de sangre me estuviera esperando por los alrededores. Si esto salía mal, a mí ya no me quedarían deseos de seguir viviendo.

El reloj siguió dando la hora mientras el sol caía a plomo en la plaza desde el centro exacto del cielo.

Hoy habia 24 visitantes (69 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página!
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis